Estiércol Valhalla

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Una

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Laura era una joven atrevida y vivaracha, con una figura clásica que además era buena.

Era redonda en todos los sitios adecuados y estaba dotada de una personalidad que fluía con naturalidad, exudando una calidez y una vitalidad tan raras como irresistibles.

Su largo cabello negro le caía hasta los hombros, rodeando los suaves contornos de su rostro y resaltando sus llamativos ojos verdes.

Se movía con un claro sentido del estilo y se desenvolvía con clase.

También era corpulenta, con unas enormes tetas lechosas, que colgaban más como ubres que como pechos.

Sin duda, era una babe-a-licious fly-honey, que goteaba sex appeal.

Su amante, John, llevaba el pelo corto y era más bien alto y delgado. Conducía un Holden Torana y era bastante guay a su manera, de hecho su estilo complementaba muy bien el de ella. Juntos tenían una química excelente.

A Laura y John les gustaba el sexo sucio y hoy habían decidido ponerse cachondos. Llevaban tiempo hablando de vivir una aventura sucia, desde que descubrieron que compartían la misma manía.

Hoy era un hermoso día soleado, y los dos estaban explorando el campo.

Buscaban el lugar adecuado; uno con mucho barro y estiércol de vaca.

El dulce olor del campo llenaba el aire, arrastrado por una brisa tranquila y tranquilizadora.

"Me pregunto qué habrá allí".

Dijo John, mientras una sonrisa diabólica cruzaba su rostro.

Acababan de llegar a un estrecho camino agrícola, flanqueado a ambos lados por verdes praderas cubiertas de hierba.

Parecía prometedor.

Sabían que los pastos de los alrededores se utilizaban a menudo para el pastoreo del ganado, y que había una gran granja lechera cerca. La perspectiva de encontrar un campo que hubiera estado ocupado recientemente, y hacer allí el dulce amor, los tenía muy excitados.

Avanzaron por el sinuoso sendero de la granja, hasta que llegaron a un denso seto, donde los gorriones correteaban entre matorrales de zarzas y rosas silvestres. Sus corazones empezaron a latir más deprisa mientras se apresuraban a ver si detrás de él podían encontrar un lugar adecuado para sus depravados anhelos. 

Sin embargo, para su consternación, vieron que el campo que había tras el seto no contenía suciedad alguna; no era más que otro prado limpio y vacío, salvo por una casa de labranza en ruinas y un charco de agua estancada.

"¡Maldita sea!" maldijo John, en voz alta.

El día empezaba a atardecer y empezaban a preguntarse si el lugar que buscaban tan desesperadamente les serviría alguna vez.

"Quizá deberíamos hacer el amor en el campo con la piscina". Pensó John.

Sería un compromiso realista.

A los dos les encantaba practicar sexo y, sin duda, sería muy agradable hacer el amor allí, sobre todo en un día tan cálido y soleado.

"Hmm, ¿qué hacemos?"

preguntó Laura.

"Sigamos buscando, sólo un poco más".

Respondió John.

Y así continuaron su búsqueda.

¿Se harían realidad sus fantasías de amor sucio?

¿Encontrarían algún día el lugar perfecto para dar rienda suelta a su asquerosidad?

¿Entrarían en su "Valhalla del estiércol", su reino de inmundicia?

Entonces lo vieron.

Enfrente de donde estaban había otro campo, que hasta ahora había escapado a su atención.

Aquel campo había sido muy pastoreado, tanto que no quedaba ni una brizna de hierba. 

Donde antes había hierba, se alzaba una innumerable masa de charcos oscuros, 

que relucían y brillaban al sol del mediodía, como espejos en otro mundo; un mundo de puro éxtasis fecal.

Estos charcos eran, por supuesto, lo que los antiguos ocupantes del campo habían dejado atrás: cowpats frescos, pegajosos y húmedos, que cubrían el suelo por todas partes. 

En realidad, el lugar no era más que una inmensa ciénaga de estiércol y estiércol que parecía no tener fin. Era tan profundamente repugnante que el corazón les dio un vuelco al verlo, y al pensar en lo que podrían llegar a hacer allí dentro, si se atrevían a entrar.

Un hedor maduro y maloliente los envolvió.

El olor parecía rodearles, llegando a lo más profundo de sus mentes, tentándoles a hacer lo impensable, incitándoles a dar un paso hacia su sucio destino. 

Al acercarse al campo, fueron conscientes de un profundo impulso primordial que se estaba gestando en su interior. Podían sentir el cosquilleo de sus dos piernas anticipándose a lo que iba a suceder. 

Empezaron a dar unos pasos hacia el apestoso cenagal.

A medida que se acercaban, el olor se intensificaba. Asaltó sus sentidos y les hizo llorar los ojos. 

Pero sus ojos llorosos eran en realidad lágrimas de alegría, pues por fin habían encontrado el lugar donde sus fantasías más sucias se harían realidad y sabían que hoy pasarían uno de los momentos más sucios, desagradables y salvajes de toda su vida. 

 

 

Dos

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 Rodeando con los brazos la cintura pechugona de Laura, John tiró de ella hacia sí. 

"¡¡¡Voy a ensuciarte tanto que no podrás quitarte el olor en meses!!!"

Anunció triunfante. 

"Mmm, me gusta cómo suena eso".

respondió Laura en tono ronco.

 "Estarás tan sucia que parecerá que te han sumergido en la mayor cloaca del mundo y que te ha cagado una vaca del tamaño del Everest. Serás la reina de todas las inmundicias, mi esposa zorra de alcantarilla para siempre. Ven aquí, querida mugrienta".

Una vez dichas aquellas amorosas palabras, se abrazaron y se besaron apasionadamente, sintiendo que una sensación eléctrica recorría sus cuerpos entrelazados.

Pensar en lo que estaban a punto de hacer, en todo aquel estiércol de vaca apestoso, les tenía al borde mismo de su autocontrol. 

Sintiendo que la tensión iba en aumento, John metió la mano bajo la falda de Laura y empezó a sobarle el dulce coño a través de las transparentes bragas de algodón. 

Miró fijamente sus brillantes ojos verdes. Sus ojos eran hermosos, como charcos brillantes de baba.

"Te quiero mucho, mi diosa de la mugre". 

Dijo cariñosamente.

Exhaló profundamente, aceptando su cumplido, sintiendo lo sinceras que eran sus palabras.

"Yo también te quiero, dulzura".

 Y así continuaron besándose y acariciándose.

Ahora miraron y vieron un lugar donde la valla se había caído, permitiendo un fácil acceso a aquel campo de tanta suciedad maravillosa. Parecía invitarles a entrar.

Se acercaron a la abertura y entraron en el prado.

Al entrar, Laura, sin darse cuenta, metió el zapato en una enorme caca de vaca que estaba allí esperando.

Chirrió bajo sus pies y estuvo a punto de perder el equilibrio. 

"¡Squelch!"

John ayudó a sostenerla, pero entonces fue él quien resbaló y ambos cayeron con un chapoteo mugriento sobre el suelo cubierto de estiércol.

"¡Sploodge!"

Ahora ambos estaban en el suelo, y la caída los había salpicado con un nuevo chorro de lodo bovino.

"Ewww, qué asco"

Dijo Laura, de forma exagerada.  

Su tono de burla-disgusto, excitó aún más a John, porque sabía lo mucho que a ella le gustaba de verdad.

Su culo había caído en una empanada de vaca madura, ensuciando su vestido y enluciendo su regordete trasero con una pegajosa sustancia viscosa marrón. Intentó limpiarse el estiércol de la ropa, pero sólo consiguió embadurnarse aún más las manos y la falda. 

"Bruto"

Dijo.

A John no le había ido mucho mejor. La parte superior de su camisa parecía un cuadro de Jackson Pollock, pintado en tonos verde parduzco.

Allí tumbados, aún tendidos en el estiércol, se detuvieron un momento y se miraron a los ojos. 

No hacían falta palabras, pues en aquella mirada se transmitía un anhelo de la más profunda y apremiante urgencia. 

Un instante después estaban besándose febrilmente, mientras se revolcaban salvaje y despreocupadamente por el sucio suelo.

John no tardó en ponerse encima de Laura y empezó a machacarle la polla en la entrepierna.

Podía notar cómo su polla se tensaba, incluso a través de sus ajustados vaqueros.

Entonces le abrió las piernas, le retiró la falda y empezó a masajearle el mullido montículo del amor, acariciándolo con suaves caricias de tierna adoración.

Laura dejó escapar un débil gemido. 

Podía sentir cuánto la deseaba.

¡Irradiaba calidez, afecto y amor!

John sintió que las bragas de Laura se mojaban cada vez más, mientras acariciaba la tierna hendidura de su coño, acariciando de vez en cuando una de sus tetas e intercambiando rápidos besos.

Pronto se dio cuenta de que sus bragas estaban completamente empapadas, así que se las quitó, dejando al descubierto su coño empapado, con su corona enmarañada de espeso vello negro. 

Ahora empezó a meterle los dedos en el coño expuesto, mientras seguían acariciándose y besándose.

Estaban rodeados de profundo y espeso estiércol de vaca por todos lados.

"¿Te gusta?"

preguntó John.

"¡¡¡Oh, claro que sí!!!"

chilló Laura, sin aliento. 

"Tengo otra cosa que te gustará".

Laura sintió cómo aumentaba su excitación al pensar en lo que él podría hacer a continuación. 

John se acercó y cogió un puñado de estiércol de vaca fresco. Con él, empezó a untarlo por todo el coño abierto de Laura.

"mmmm. Esto sienta taaaan bien", tarareó Laura, mientras sentía cómo la baba era masajeada lenta y rítmicamente sobre su coño abierto, sumergiéndolo bajo un apestoso océano de espeso exudado marrón.  

Cogiendo otro puñado de porquería, John empezó a meter los dedos en el coño de Laura a través del estiércol, empujando la porquería dentro de ella y esparciéndola por los labios del coño y el interior de los muslos. Agarrando aún más excrementos, John puso las manos sobre el coño y se los metió a la fuerza, viendo cómo el exceso de porquería rezumaba entre sus manos y se escurría por la raja del culo, formando un charco de bazofia debajo de ella. Luego acercó la boca al coño cubierto de porquería y empezó a chupar.

Laura sintió cómo la lengua de Johns entraba en ella, lamiendo su dulce hendidura, masajeando los lados de su canal del amor y limpiándola como un rascador de estiércol que limpia un establo lleno de estiércol. 

¡La sensación era ELECTRIFICA y totalmente orgásmica!

John pudo saborear el jugo del coño de Laura al mezclarse con el acre sabor del estiércol de vaca.

El penetrante hedor del estiércol le llenaba las fosas nasales mientras se la comía hambriento, completamente absorto en su tarea y sintiendo un gozo total ante semejante depravación. Trozos de estiércol le mancharon la boca y la cara mientras chupaba, lamía y mordisqueaba las partes bajas de Laura.

Laura gimió ruidosamente al sentir que Juan consumía su floreciente flor de amor, que ahora estaba bien fecundada. ¡Sólo faltaba fecundarla a ELLA!

 

 

Tres

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John siguió follando con la lengua a Laura.

De repente, cogió otro pastel de vaca y se lo metió directamente en la boca abierta.

"¡Oh, no! ¡Tengo que mear!"

Admitida Laura.

"Mea libremente cariño"

Dijo John, mientras volvía a enterrar la cara en su coño lleno de mugre.

Le costó mear, con tantas sensaciones nadando en su interior al mismo tiempo, pero la necesidad acabó por vencerla.

"EUHHHH.. SWISHHSHHH!!" 

Gimiendo ruidosamente, Laura empezó a mear con fuerza. Al hacerlo, todo el estiércol que se había acumulado en su interior empezó a moverse. Estaba saliendo de ella, directo a la boca abierta de Johns, para deleite de éste.

Bebió con fruición su salada y fangosa secreción, dejando que el lodo rezumara en su boca; luego aplicó lo que no había logrado tragar, ahora saturado de su orina, de nuevo en su abierto agujero del amor.

Fue un maravilloso momento de liberación para ambos, y les encantó cada instante. 

Después de mear, una fina hendidura de color rosa asomaba entre el montículo marrón amarillento en que se había convertido el coño de Laura. Al ver aquella hermosa raja rosada, John acercó de nuevo su cara a ella y chupó hambriento, saboreando la acidez de su coño y bebiendo plenamente cada momento de esta maravillosa experiencia. 

Ahora ya no podía contenerse más. Se sentía sobrecargado. Se desabrochó el cinturón y se quitó los vaqueros, la camiseta y los calzoncillos.

Su polla era una vara de carne palpitante y estaba tan excitado que sentía que podría destrozarla con ella.

Al ver la enorme erección de Johns, Laura no pudo resistirse a coger un puñado de estiércol de vaca y aplicárselo directamente al pene. Se sentía fresco y húmedo en su inflamada polla, como un bálsamo maravilloso que Laura utilizó para frotársela; deslizando la polla de un lado a otro entre sus manos llenas de estiércol. 

Su tacto era tierno y claramente femenino.

El estiércol resultó ser el lubricante fecal perfecto y la sensación fue realmente fantástica.

Entonces Laura se colocó la polla de Johns, chorreante de estiércol, justo entre los labios y empezó a chuparla con avidez.

Chupó, meneó y engulló la polla de Johns, haciéndole gargantas profundas y saboreando el estiércol de vaca mientras se deslizaba por su garganta.

Se sentía tan bien, que John sabía que pronto lanzaría una carga torrencial de semen en su boca, pero quería durar más. Esta experiencia era demasiado única para correrse todavía.

Así que se detuvo justo a tiempo, y sacó su polla, chorreando saliva y estiércol de vaca de la boca hambrienta de polla de Laura.

Luego se subió encima de ella y utilizó la punta de la polla para burlarse del coño sucio de estiércol de Laura, empleándola para rastrillar todo el estiércol de vaca que pudo dentro de ella, de modo que el exceso de suciedad rezumara por entre sus piernas. 

Los dos estaban tan cachondos que prácticamente no cabían en sí de una lujuria incontrolable y animal.

Ahora John le arrancó el top y el sujetador a Laura, tirándolos al suelo y dejando al descubierto sus enormes pechos parecidos a ubres.

Al ver aquellas grandes tetas almohadilladas, John se sintió obligado a recoger aún más estiércol y untárselo en los pechos, dejándole una mancha marrón amarillenta en el pecho.

Con otro puñado, la embadurnó desde el vientre hasta el cuello.

Laura ya podía oler el estiércol con fuerza, por no hablar de su sabor.

"Dios, cómo me está haciendo apestar. Me está convirtiendo en una obra de arte de estiércol", pensó con regocijo. 

Justo entonces John tuvo un arrebato de inspiración.

"¡Ponte a cuatro patas!" 

Ordenó.

Preguntándose qué tenía en mente, Laura obedeció sin vacilar.

"Ahora arrástrate hasta allí". Señaló una parte lejana del campo" ...y pon las manos y las rodillas en cada mata de vaca que encuentres"

"Y cuando llegues allí...", continuó,

"Quiero que te revuelques en toda la inmundicia que has acumulado, como sé que te encanta hacer"

Laura miró hacia delante y vio docenas de pasteles de vaca, muchos de enormes proporciones, que se extendían directamente delante de ella. 

Se dio cuenta de que la mugre que tenía ahora encima no sería nada comparada con lo sucia que se pondría cuando llegara a su destino e hiciera lo que John le había ordenado. 

Su corazón latía desbocado al pensar en lo que estaban haciendo.

Era tan degradante, tan pervertido, tan enloquecedor y no había hecho más que empezar...

 

 

Cuatro

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Laura empezó a moverse por el pasto lleno de estiércol, teniendo cuidado de meter las manos y las rodillas en cada empanada de vaca que se encontraba.

Había muchos.

Cada uno tenía una textura y una consistencia diferentes.

Algunos tenían más costra que otros, algunos eran más pegajosos y otros más olorosos, pero todos se rompieron bajo el peso de sus manos, esparciendo su sucio exudado bajo ella, mientras los aplastaba entre los dedos y los aplastaba con las rodillas. 

Cuando Laura pasaba por encima de los montones de baba, John recogía los restos y se los untaba por el culo grande y redondo, teniendo cuidado de restregarle la baba bovina por la raja del culo y el coño expuestos, y dándole algunas bofetadas directamente en el ojete.

De vez en cuando se las lanzaba. Las que arrojaba se rompían con el impacto, bañando su cuerpo desnudo con su viscosidad pegajosa y amarillenta.

 Laura se encontró entonces con dos grandes cowpats que estaban sentados uno al lado del otro.

"Acuéstate en ellos"

Ordenó John.

Laura obedeció y, al hacerlo, cada uno de sus enormes pechos se hundió en los montones de estiércol, hasta quedar completamente sumergidos en el fango.

Cuando la inmundicia se extendió ante Laura, empujada por el peso de su pecho, desprendió un hedor rico y embriagador, que le hizo nadar la cabeza. Cerró los ojos, saboreando la experiencia.

De repente, sintió que las manos de John la agarraban por las caderas.

Instintivamente levantó el culo, y sintió cómo su polla la penetraba por detrás.

En esa posición, la dominó por detrás, follándosela enérgicamente, mientras le abofeteaba y le untaba aún más estiércol de vaca en su redondo culo de melocotón.

Aporreó, martilleó y bombeó, esparciendo la mugre por todo su cuerpo mientras la follaba con fuerza, clavándole la bazofia madura en su sucio agujero del amor, de modo que rezumaba inmundicia.

Esta follada brusca estaba haciendo que Laura llegara al orgasmo.

"¡Oh OH OH!", gritó Laura.

Sentía que estaba a punto de correrse. Y John también podía sentirlo.

Luego la sacó. 

"¡El cerdo! El canalla!!"

Laura no se lo podía creer.

Era insoportable, una agonía para él parar ahora.

¿Cómo pudo hacerle esto?

"Sigue avanzando".

ordenó, señalando delante de ella.

Laura siguió, pero ahora tenía más ganas de ser follada que nunca en su vida.

¡En ese momento, ella haría literalmente CUALQUIER COSA para que él acabara con ella!

Se tambaleó hacia delante y se encontró con más palmaditas de vaca. Ahora cogió apresuradamente puñados de la bazofia y se la untó salvajemente en los brazos, los pechos y el vientre, ¡incluso en la cara! Jadeaba desesperada.

¡Necesitaba que él acabara con ella!

¡Estaba absolutamente fuera de sí con un fervor frenético por ser follada!

Por fin llegó a su destino, donde la esperaba un enorme montón de mierda de vaca.

Aquí el suelo estaba empapado de una de las suciedades agrícolas más profundas y malolientes que había encontrado.

Abre la boca y mantenla abierta".

ordenó Juan.

Laura lo hizo.

Entonces sintió una sensación de calor en los labios de su coño.

John estaba meando directamente sobre su coño. 

El pis caliente le sentó muy bien, mientras salpicaba y chorreaba por su coño y la raja del culo.

Desprendió parte de la mugre de su culo, que se deslizó hacia abajo y cayó al suelo. El pis le había limpiado un poco el trasero.

Pero no por mucho tiempo, porque al terminar, John le clavó otro pastel de vaca en el culo. 

"¡¡¡SPLAT!!!"

Laura soltó un aullido de sorpresa.

Luego, a través de su coño recién enyesado, introdujo su polla y, una vez más, empezó a tomarla por detrás.

Ahora se apoderó de ella, agarrándola por el culo, la sujetó con fuerza y se la folló DURO. ¡Se la folló como un hombre POSEÍDO!  

Abofeteándole el culo con puñados de estiércol de vaca húmedo, John folló, cada vez más fuerte, luego más despacio y después sólo introdujo la punta de su polla en el fango de su coño rezumante. 

¡"UHH FUCK ME! ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR! ¡¡¡ACABAD CONMIGO!!!

suplicó Laura, sintiendo la necesidad urgente e implacable de correrse. 

John le metió la polla hasta el fondo, sintiendo cómo se deslizaba dentro, lubricada por todo el pis y el estiércol. Laura sintió que la polla de John la penetraba profundamente, clavándose en su núcleo. 

Sintió una ligera punzada de dolor, que no hizo sino multiplicar todas las demás sensaciones que estaba sintiendo.

De su coño rezumaba suciedad de vaca marrón amarillenta, mientras John la penetraba, la aporreaba y la follaba hasta la sumisión.

Laura gemía y gritaba como un animal, y John sabía que pronto llegaría al clímax,

Esta vez no iba a detenerse.

Este maratón de desenfreno feculento-fecal los había sumido a ambos en las profundidades más absolutas de la depravación, y ahora estaban al límite, tanto física como mentalmente: Estaban en la cima de su estimulación sexual y no podían más.

En ese momento, John agarró a Laura por el pelo y le empujó la cara directamente hacia el mayor montón de estiércol que había tenido delante todo el tiempo.

Su boca se llenó de excrementos animales mientras él le enterraba la cara en la inmundicia. Ahora estaba total y completamente cubierta de estiércol de pies a cabeza; 

Se había convertido en una hermosa obra de arte, una obra maestra acabada del arte del estiércol de toro.

John la penetró una última vez y empujó su polla hasta el fondo.

En ese mismo instante, ambos se corrieron, más fuerte de lo que nunca antes lo habían hecho. Fue un momento de puro éxtasis.

 "¡¡¡AAGHHH!!! UNHHHHHHHHH!!!!!"

John se vació en las profundidades del vientre de Laura, bombeando tanto semen acumulado, que pensó que nunca pararía.

¡Su polla era una manguera de granja que bombeaba su esperma caliente dentro de ella sin parar!

Al mismo tiempo, Laura empezó a chorrear, rociando la polla y los huevos de John con un maremoto torrencial de jugo de coño. 

Gimió en un tono grave y profundo que resonó en todo el campo a kilómetros de distancia.

Sintiéndose total y completamente agotados, se desplomaron juntos y se abrazaron, en un abrazo de lo más íntimo y apretado, sintiéndose amorosamente unidos por esta experiencia compartida y bañados en el dulce hedor de todo aquel estiércol y de su amor.

Se abrazaron, sintiendo el cálido resplandor de su amor después del sexo mientras se acariciaban sin prisas, trazando dibujos en la baba de vaca que cubría sus cuerpos desnudos.

"Te quiero Laura"

Dijo John

"Yo también te quiero"

 dijo Laura.

 

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Fin

 

El pozo de lodo de la perdición.

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4 pensamientos en "El Valhalla del estiércol"

  1. ¡¡¡Impresionante historia!!! Sólo sugeriría añadir algo sobre Laura tragándose la mierda de vaca y me encantaría que hubiera vomitado sobre el orgasmo encima de Juan.

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